Centro Independiente de Informacion Nacional

martes, 11 de noviembre de 2008

Crisis financiera en México y triunfo de Obama

La Crisis financiera golpea a México.
Del resfriado a la pulmonía fulminante.
Walter J. Ángel
Grupo de Acción Revolucionaria

El 8 de octubre ante las desastrosas y fulminantes caídas de las bolsas de valores en todo el mundo y ante el descalabro económico de Estados Unidos, Felipe Calderón anunció un "Plan Anticrisis" compuesto por 5 puntos que, según él y sus asesores, son claves para el fortalecimiento de las finanzas públicas de nuestro país. ¿Dónde quedaron las declaraciones de Agustín Carstens a principios de junio de 2008, cuando decía que si en Estados Unidos había una neumonía, en México sólo habría un resfriado? Y es que el valor de los capitales de los grandes pulpos bancarios e industriales se ha caído en picada afectando naturalmente a México.
¿Contra la crisis?
El plan anticrisis, por principio, pasa por reconocer el impacto desastroso que tendrá en la economía mexicana la fuerte crisis financiera mundial. Sin embargo, coloca sólo a la gran recesión económica en el horizonte, lo que indica por un lado que la apuesta es a un largo proceso de crisis, y por otro, que las metas fijadas en el plan económico de Calderón, como la tasa de crecimiento anual, sean menores. ¡Vaya noticia!
El gobierno de Calderón intenta mantener la inversión de cartera sobre México, y se propone mantener una alta tasa de interés para financiar el creciente déficit en la cuenta corriente, que se duplicará en 2009. Esta maniobra económica es opuesta a lo que los patrones estadounidenses de Felipe calderón están haciendo, porque la Reserva Federal ha recortado drásticamente la tasa líder y recortará por lo menos otros 25 puntos base el próximo 29 de octubre. Otros países de Europa y Asia, principalmente China, Suiza, Inglaterra y hasta el Banco Central Europeo están reduciendo sus tasas de interés de referencia para reactivar sus economías con lo que tratan de evitar una recesión muy larga.
La inversión de cartera conduce a la sobrevaluación del peso y eso agrava el desequilibrio externo pero en nombre de mantener la rentabilidad del sector financiero es que es posible sacrificar la estabilidad cambiaria, aunque ésta sea vital para los flujos de capital y contribuya a reducir la inflación; en pocas palabras, es posible sacrificar al país. El banco central se subordina a los capitales extranjeros y se resiste el ajuste cambiario. Cuando éste finalmente se produce, es en el contexto de una macrodevaluación en la que los alcances de la lucha antinflacionaria se evaporan a gran velocidad tal como sucedió en 1994. Es el escenario que prepara el gobierno federal, no en balde ofreció Calderón apoyo a exportadores para "aprovechar" devaluación del peso en la reunión con el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior (Comce) (La Jornada 25/10).
En lo que después quisieron llamar "ataque especulativo" y que no fue más que una veloz irrupción de la crisis capitalista, el 10 de octubre el Banco de México inyectó al mercado cambiario 6 mil 400 millones de dólares, que se suman a los 2 mil 500 millones de dólares subastados entre el 8 y 9 de octubre esto porque las medidas económicas anunciadas la víspera por el presidente Felipe Calderón no lograron frenar la especulación contra el peso. Con ello, en apenas tres días el instituto central puso a disposición de los bancos prácticamente poco más de la mitad de todos los 17 mil millones de dólares que se subastaron en todo 2007. En 72 horas el Banco de México disminuyó sus reservas en poco más de 10 por ciento, las cuales ascendían a 84 mil 116 millones de dólares (La Jornada 11/10). Posteriormente, el Banco de México y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público anuncian castigo a los especuladores (entre los cuales hay corporaciones importantes como Televisa, Tv Azteca, Bimbo, etc.), cuando su modelo ha convertido a la economía mexicana en casino.
El modelo económico neoliberal México es un espacio de rentabilidad del sector financiero extranjero. Por lo que el gobierno federal piensa que la política monetaria no tiene cabida en un plan anticrisis. A pesar de que eso encarezca el crédito, reduzca el nivel de actividad, potencie la inflación y lance a millones al desempleo.
Pero Felipe calderón y todo el gabinetazo, sabedores de un acuerdo político tras bambalinas en torno a la llamada Reforma Energética, lanzan la medida anticrisis que dotada de un estímulo fiscal que asciende a 90.3 mmdp. Este gasto incluye el comienzo de la construcción de una refinería. Andrés Manuel López Obrador, que hasta ese entonces seguía "leyendo la letra chiquita" de la Reforma Energética, saludó la iniciativa federal y hasta la denominó "un triunfo nuestro". Pero algo que hemos aprendido en el Grupo de Acción Revolucionaria es que en política, lo que se dice y lo que se deja de decir es muy importante y es que el ejecutivo no dejó en claro de dónde exactamente provenían estos recursos; y es que en realidad su origen se encuentra en la reforma al esquema de inversión de Petróleos Mexicanos, la reforma privatizadora de Pemex que deja a la paraestatal fuera del control presupuestario. Eso, en combinación con el "fortalecimiento corporativo", permitirá transitar hacia la privatización por la vía de los hechos. Claro, Calderón ya daba por hecho la aprobación de los dictámenes de la Reforma Energética en el Senado, su trabajo político venía de meses atrás con los partidos del parlamento. Lo único que hizo es dar un empujón con las medidas que propuso para enfrentar la crisis mundial.
Pero eso no fue todo, ya que la medida consolida los pasivos en Pidiregas de la paraestatal como deuda pública; los pasivos inconstitucionales aplicados a Pemex y CFE ahora serán deuda del pública. Enviar los pasivos de Pemex derivados de este mecanismo (alrededor de 155 mil millones de pesos) a la deuda pública es reconocer una nueva hipoteca parecida a la infamia del Fobaproa, otro endeudamiento del Estado; se libera el "espacio presupuestario" que ocupaban las amortizaciones asociadas a esos proyectos y esos recursos pueden ahora dedicarse "a cualquier otra cosa". Parece que esta maniobra ha pasado desapercibida para todos.
El plan anticrisis resultó ser el empuje hacia la privatización de Petróleos Mexicanos por la vía de los hechos aprovechando la incertidumbre y el pánico financiero internacional.
Contra los trabajadores
Y a pesar del plan anticrisis, los anuncios de descalabros de la industria mexicana como Corporación Durango y Comercial Mexicana, están a la orden del día, y toda esta información provoca un clima de pánico en la Bolsa Mexicana de Valores.
Pero hasta el momento Felipe Calderón dijo que no se trataba de un "plan de rescate financiero" aunque la crisis financiera perjudique la economía por la reducción de los precios del petróleo, el descenso de las exportaciones y la merma de las remesas de dinero de los trabajadores mexicanos en el exterior (nuestras principales fuentes de ingresos); sólo intenta paliar los efectos que comienzan a sentirse, ¡bah! Cualquier cosa. Lo que queda claro con la medida económica es que se prepara una mayor y muy fuerte devaluación del peso en el terreno del necesario rescate financiero, al que tarde o temprano llegaremos, con un Estado sobreendeudado y con la industria estratégica rematada, como PEMEX, que aporta cuarenta centavos de cada peso de lo que el Estado gasta.
Una macrodevaluación del peso, ocasionará mayores miserias para los trabajadores. Desvalorizarán los salarios y las jubilaciones, y propinarán un nuevo golpe a lo que resta de los ahorros depositados en los bancos. Bancos que por cierto, son mayoritariamente españoles y quienes afirman que todo el mundo se va a caer, menos España. Pero, el problema de España es que probablemente sus bancos no hayan tenido una intervención especulativa tan intensa como otros bancos y no se hayan endeudado en la misma proporción, pero España es el país de Europa que tiene el déficit de cuenta corriente más extraordinario. Es decir que España se financia con deuda externa. Esa deuda externa no la va a poder refinanciar. Por lo tanto, por la vía de la cuenta corriente y de la deuda externa, España está en el horno y así quedará de manifiesto en los próximos días. Sin lugar a dudas su derrumbe, se lleva puesto a México en un santiamén.
El derrumbe monetario puede llevar a otra crisis como la de 1994 y a una hiperinflación; el Banco de México es impotente para frenarlas porque no solo está dinamitando sus reservas, sino que producto del plan anticrisis de Caderón, está adquiriendo más deudas de las que de por si ya arrastraba.
Para el rescate del conjunto del capital el dinero no alcanza, la única salida son las suspensiones y despidos de trabajadores de sus empresas; la reducción de los salarios, sea por vía directa o por medio de la hiperinflación; el incumplimiento de las promesas de pagar las jubilaciones en función de los aportes efectuados; el despojo de los ahorradores; el recorte del presupuesto de salud y educación; el desalojo de millones de personas de sus viviendas, sea porque no pueden pagar el alquiler o la hipoteca de su propiedad.
Por un programa para unificar y enfrentar la crisis
Si el capital no puede mantener en producción la gigantesca maquinaria que ha creado la humanidad, debido a la anarquía de su organización social y al afán incesante de lucro de los capitalistas, los trabajadores debemos hacernos cargo de esa maquinaria, para ponerla al servicio de las necesidades de la mayoría. Para hacer frente a la situación necesitamos un programa, lo cual significa, en definitiva, una alternativa popular al derrumbe capitalista. Un programa con el cual poder unirnos a los trabajadores de toda América Latina, y convertir a los peligros que vienen de la crisis en los países vecinos en un factor de colaboración entre nuestras clases obreras y campesinas:
1. Rechazo al conjunto de reformas estructurales de Calderón, primordialmente la energética planteando la renacionalización sin pago de la industria energética y el control obrero de la misma.
2. Nacionalización de los bancos y ponerlos bajo control de los trabajadores, para impedir la salida de reservas y de capitales, y para usar los recursos financieros en función de los intereses nacionales.
3. Nacionalizar el comercio exterior para que las divisas ingresen efectivamente al país, y no que queden en las cuentas de los monopolios en el exterior, como viene ocurriendo.
4. Nacionalización de los grandes pulpos alimentarios que tienen al país en la insuficiencia alimentaria total y que profundizan la crisis en el campo fomentando su abandono.
5. Cesar el pago de la deuda externa usuraria, en circunstancias en que los banqueros y capitalistas de todo el mundo dejan de pagar sus deudas y piden el socorro de los Estados.
6. Prohibir suspensiones y despidos, y repartir las horas de trabajo sin afectar el salario donde haya caído la producción, y formar comités obreros para planificar la reconversión de las industrias donde sea necesario.
7. Aumentar de inmediato los salarios y las jubilaciones.
8. Por la convocatoria a un congreso de trabajadores, para discutir un plan económico que haga frente al derrumbe capitalista, y por un plan de lucha.
Es necesario desarrollar una construcción política en función de este programa y de ningún modo dislocarnos entre alternativas o variantes capitalistas que legitimarán la entrega de los recursos estratégicos de la nación y profundizarán la crisis. Para intervenir decisivamente en esta crisis hay que atacar al capital. El desarrollo de la crisis capitalista y la manifiesta incapacidad del gobierno de Calderón para hacerle frente desatarán, con seguridad, una crisis política.
La bancarrota del capital mundial demuestra objetivamente que la sociedad no puede evolucionar en un marco de progreso si no es mediante su sustitución por un gobierno de trabajadores y por una organización internacional socialista.
Llamamos a los trabajadores a reunirnos como alternativa con base a este programa, para dar paso a una salida obrera y socialista.
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ESTADOS UNIDOS
Obama presidente. Una "transición turbulenta"
Luis Oviedo. Partido Obrero (Argentina)



Ningún medio en el mundo se privó de calificar como "histórico" el triunfo de Barack Obama. Es el primer presidente negro, elegido por la mayoría del voto popular en una elección que registró una asistencia récord de votantes. Ningún presidente en la historia norteamericana recibió tantos votos. Obama se aseguró, además, la mayoría en ambas cámaras legislativas.
El resultado muestra la envergadura del derrumbe de Bush y del conjunto de su régimen político de excepción (creación de un Estado represivo paralelo) e incluso de la infraestructura básica del país, de su educación y de su sistema de salud y de jubilaciones. Por medio de un planteo superficial, la candidatura de Obama suscitó una de las mayores movilizaciones de masas de los Estados Unidos. Un columnista del The Wall Street Journal escribió que algo semejante sólo ocurría... en Argentina. Si se debe apuntar un saldo positivo a la reciente campaña electoral, el fundamental es haber llevado a una parte del pueblo a la calle. No sorprende entonces que la participación electoral alcanzara un nivel sin precedentes.
Pero, como recuerda un editorial del The New York Times (2/11) previo a las elecciones, "si Obama gana por un amplio margen, esa victoria reflejará más que un progreso en las relaciones raciales, anhelos de cambio y el poder de su atracción. Reflejará también el poder del dinero". Obama recolectó 700 millones de dólares, más dinero que los dos candidatos de 2004 juntos. Desde comienzos de septiembre hasta las elecciones, McCain gastó 84 millones de dólares; sólo en publicidad televisiva, Obama gastó 21 millones en la última semana de octubre. La catarata de dólares que recibió Obama -además de los respaldos políticos de grandes figuras de la diplomacia, las finanzas y la política norteamericanas- lo caracterizan como el favorito del "establishment" imperialista. Pero incluso esto demuestra que ha habido un cambio en el estado de ánimo de grandes sectores populares, pues el "establishment" se arropó detrás de Obama porque lo vio como la sola posibilidad de poder llevar a las masas a un punto muerto.
La votación
Obama ganó en la mayoría de los estados, incluso en varios que históricamente votaron a los republicanos, como Virginia, Indiana, Colorado y Nuevo México. Ganó, también, todos los Estados que estaban efectivamente en disputa, como Florida y Ohio. Todo esto le dio una inmensa mayoría en el Colegio Electoral.
En el voto popular, sin embargo, su ventaja no fue tan abrumadora: aunque obtuvo el 68% de los votos en el Colegio Electoral, sólo recogió el 52% de los votos populares. El régimen electoral -antidemocrático- amplificó la victoria del candidato demócrata.
Obama ganó en la inmensa mayoría de las ciudades importantes, incluidas las capitales de los estados donde ganaron los republicanos: en Texas (el estado de Bush) ganó en Dallas, Houston, San Antonio, El Paso y Austin, las cinco ciudades relevantes; en Arizona (el estado de McCain) ganó en Tucson. Ganó también el voto hispano, lo que le dio la victoria en Florida y en la mayoría de los condados que limitan con México, tanto en los estados ganados por los demócratas (California, y Nuevo México) como en los ganados por los republicanos (Texas y Arizona). Arrasó en las ciudades industriales del nordeste: Detroit (74%), Flint (66%), Ann Arbor (70%), Toledo (65%); Dayton (62%); Cleveland (69%). El récord de su votación lo obtuvo en Nueva Orleans, destruida por el huracán Katrina y la incapacidad de Bush: sacó más del 79% de los votos.
Un editorialista resume: "Obama construyó su victoria con una nueva coalición demócrata. A la base partidaria de afro-americanos, latinos y mujeres, Obama agregó los votantes más jóvenes, los más educados y los más ricos" (The Washington Post, 5/11).
El partido republicano -derrotado en las concentraciones que deciden la vida política, económica y social norteamericana- quedó reducido a la categoría de "partido rural". O, como dice el reciente premio Nobel, Paul Krugman, "el partido del odio, los prejuicios y la ignorancia". Pero la preeminencia republicana en las zonas rurales no sólo está mostrando su carácter atrasado y conservador; también refleja la distinta velocidad con que la crisis económica se extiende por el país. Por ahora, las zonas rurales han sido menos golpeadas que las grandes ciudades.
"Transición turbulenta"
En la mañana de la victoria de Obama, los comentaristas de los diarios norteamericanos se preocuparon de algo muy inmediato: la "transición" hasta su asunción.
Para Peter Baker (The New York Times, 5/11), "ningún presidente desde que Obama nació llegó a la Oficina Oval enfrentando la acumulación de desafíos sísmicos que lo esperan". Para Dan Balz (The Washington Post, 5/11), "Nunca desde Franklin D. Roosevelt (...) un nuevo presidente se ha enfrentado a los desafíos (...) de históricas proporciones (...) que enfrenta Obama". Otro comentarista, Paul C. Light (ídem) va más lejos al afirmar que "esta transición será la más difícil desde Abraham Lincoln (...) Las próximas seis semanas harán que la transición de Roosevelt parezca, en comparación, menos amenazante". Además de una enorme bancarrota capitalista, Obama enfrenta problemas que Roosevelt no tenía: dos guerras exteriores y un déficit fiscal estimado en un billón de dólares para el próximo año.
La gravedad de los problemas que enfrenta, según los comentaristas, obligará a Obama a comenzar a actuar desde ya. "Mientras Roosevelt rechazó verse envuelto en prescribir remedios económicos entre su elección en 1932 y su asunción, sus asesores dicen que Obama no podrá seguir este ejemplo y mantenerse en silencio hasta el juramento. 'Los que dicen que hay que esperar y dejar que el proceso se desarrolle los próximos dos meses antes de la inauguración, están dolorosamente equivocados', dice Jack Quinn, un antiguo alto funcionario del gobierno de Clinton. 'Estamos ante tal descalabro que es absolutamente crítico que (Obama) ponga su mano en el timón de manera clara y firme'..." (The New York Times, 5/11).
Efectivamente, la "transición" será más acusada que en el pasado. Obama ya está discutiendo con los líderes del Congreso un paquete de 100.000 millones en obras públicas, beneficios a los desempleados, asistencia para la calefacción durante el invierno, ayuda alimentaria y ayuda a las ciudades y estados que "sería aprobada en la sesión del 17 de noviembre" (ídem). Al mismo tiempo, "Obama ha estado hablando regularmente con el secretario del Tesoro Paulson (...) y espera trabajar estrechamente con él durante el período intermedio en el cual Paulson debe decidir cómo invertir los 700.000 millones que le dio el Congreso" (ídem).
En todos estos puntos, Obama deberá chocar con la camarilla de Bush, que mantiene el poder ejecutivo. Por otro lado, recuerda el ya mencionado Light, Obama deberá recibir la aprobación del Senado para la designación de sus ministros; aquí "el problema principal" son las presiones de los senadores -tanto demócratas como republicanos- para "obtener concesiones ejecutivas" en favor de sus estados (The Washington Post, 5/11).
Los peligros de la transición no se agotan con la crisis económica, los choques con la Casa Blanca y el Senado, y las "sorpresas" que puedan aparecer en Afganistán, Pakistán o Irak. Los comentaristas agregan "el pasaje de la retórica convocante de la campaña a la realidad de las oficinas de gobierno" y la necesidad de "tomar inmediatamente las decisiones que involucren dolor y sacrificio", según aconseja León Panetta, jefe de presupuesto de Clinton (New York Times, 5/11). El cóctel es explosivo.
En este cuadro, "los discursos de Obama crearon tal fuente de expectativa" que "la transición puede resultar turbulenta", advierte The New York Times (5/11).
En las vísperas de las elecciones, después de reconocer que "votar por él es un riesgo (...) una apuesta dada (su) inexperiencia, su falta de claridad en algunas posiciones y el prospecto de un Congreso estridentemente demócrata", The Economist (30/10) respaldó la candidatura de Obama. En cualquier caso, decía, la alternativa era todavía peor.
Obama es la apuesta del gran capital. Pero, como recordaba The Wall Street Journal (2/11) pocas horas antes de las elecciones, "a veces estas apuestas pagan, a veces no".
Luis Oviedo

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