Centro Independiente de Informacion Nacional

jueves, 27 de agosto de 2009

Dicen los paramilitares que no son paramilitares

por zapateando


Javier Hernández Alpízar

Unos con uniforme militar, otros con camisetas rojo-priistas


En un espot sobre la Comisión Nacional de Derechos Humanos usaron el son cubano “Los que son y no son”, cantado por Ñico Saquito. Más que profecía debió ser advertencia, porque en México los derechos humanos “son y no son”: son de papel y no se respetan, existen de palabra pero no de hecho, sirven para que Washington chantajee al gobierno mexicano so pretexto del Plan Mérida. ¿Dinero por nada? Peor, dinero por sumisión.

Otros que se hacen como que la virgen les habla son los paramilitares, y lo mismo sus defensores, abogados y plumas a la carta: los paraintelectuales. En Colombia hay “para-todo” (allá el prefijo “para” es usado para expresar nexos con los paramilitares): paramilitares, parapolíticos, para-narcotraficantes. En México hay para-intelectuales.
El CIDE, Confraternice, Hugo Eric Flores Cervantes, todos ellos niegan defender a paramilitares, pero no cejan en su empeño de defender paramilitares. El gobierno “progresista” de Chiapas –llevado al triunfo por López Obrador– da hospedaje, alimentación, ofrece vivienda y apoyo a los paramilitares, liberados porque la PGR deliberadamente armó mal los expedientes contra ellos. ¿Quién lleva la cuenta de los delincuentes que salen libres todos los días por la misma causa? Y los CIDES y Confraternices ¿los van a defender a todos?


Por todo ello no es raro que los paramilitares también digan que no son paramilitares. En Chiapas los paramilitares, como los derechos humanos, “son y no son”. La dialéctica de Ñico Saquito impera en el camaleonismo de paramilitares, parapolíticos y paraintelectuales.
En el reportaje “Las botas de Dios”, escrito por Isaín Mandujano (16 de agosto de 2009), corresponsal de Proceso en Chiapas, integrantes del grupo denominado “Ejército de Dios”, perteneciente a la iglesia “Alas de Aguila”, quienes reciben adiestramiento físico y paramilitar, portan uniformes e insignias y se organizan en estructuras y mandos militares, niegan ser “paramilitares” y dicen que su única arma es la Biblia. Argumentan que se organizaron así (con entrenamiento y estructura militar) para “defenderse”. En cuanto los conozcan Ricardo Raphael, Aguilar Camín y González de Alba serán seguramente de todas sus simpatías: pero si usan el lenguaje de los paramilitares colombianos, las llamadas “Patrullas de Autodefensa Civil”.


El grupo paramilitar aludido ya cometió un homicidio, contra indígenas adherentes a la Otra Campaña. El 21 de julio de 2009, en la comunidad de Mitzitón, atropellaron y mataron a Aurelio Díaz Hernández. Además hirieron a los indígenas Fernando Heredia Heredia, a quien le quebraron el brazo a garrotazos; Javier Gómez Heredia, a quien le quebraron una pierna pasándole una camioneta encima; Raymundo Díaz Heredia, fracturado de un pie por la llanta de una camioneta; José Heredia Jiménez, herido en la cabeza con garrotazos y piedras; Marcelino Jiménez Hernández, también fracturado en el pie derecho por la llanta de una camioneta.


Para ser lectores de la Biblia, son hábiles usando garrotes, piedras y vehículos como armas para herir y matar. Tienen toda la protección del gobierno perredista de Juan Sabines Guerrero, y ahora militan en la Confederación Nacional Campesina (CNC) del PRI.
Washington ha desclasificado documentos que evidencian el apoyo del Zedillo a los paramilitares. Y la responsabilidad de todos aquellos que han protegido en diversos momentos a los “paras” chiapanecos va quedando clara.



La complicidad de los gobiernos federal y chiapaneco, los partidos políticos y la Corte (dejémosla sin adjetivos, la SCJN) los ha envalentonado a tal grado que se dedican a mandar cartas “aclaratorias” a Proceso y La Jornada, e incluso invitan a Granados Chapa a platicar en privado, el columnista aceptó platicar con Flores Cervantes, abogado de los paramilitares liberados, y probablemente escribirá algo al respecto.


Su “empoderamiento” es tal que el líder evangélico de la Iglesia Alas de Aguila y del grupo paramilitar Ejército de Dios ha demandado al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y a Hermann Bellinghausen por difundir las denuncias de los agredidos en Mitzitón. Piden investigar la “calidad migratoria” de Herman Bellinghausen.


Y las complicidades del grupo paramilitar Ejército de Dios no son solamente priistas, más allá del apoyo y la complacencia del candidato del lópezobradorismo Juan Sabines, durante el tiempo en que fueron expulsados del PRI, pertenecieron al PRD. Recién regresaron al PRI vía la CNC.



Asimismo, en el curriculum político del defensor de los paramilitares detenidos por la masacre de Acteal, Hugo Eric Flores Cervantes, figuran su paso por el CIDE; por la Semarnat, donde fue destituido por una causa que el gobierno (convenientemente) ha reservado por tres años; la fundación de Encuentro Social, que le permitió usar dinero del IFE para publicar su libro sobre Acteal, la Biblia para Aguilar Camín; su acercamiento electoral al PAN y ahora al PRI; pero también su alianza electoral con Convergencia en 2003 (sí, el partido de los progresistas Dante Delgado y AMLO).


En un país donde el Ejército puede detener a cualquiera que porte algún elemento militar, sean unas botas o una casaca, los paramilitares del Ejército de Dios portan el ajuar completo. Aparecen en fotos en La Jornada y Proceso. Dan entrevistas explicando su estructura y mandos: el “comandante general” Esdras Alonso González, el “general” Alvaro Alonso González, y no pasa nada. Para lavar su imagen usan la Biblia y el lenguaje religioso tantas veces manchado con manoseos fascistoides.


En Guerrero, por el contrario, soldados que revisaron un autobús, detuvieron al pasajero Fausto Saavedra Velara. El chofer, temiendo la desaparición forzada del detenido, pidió a los militares que firmaran un papel como constancia de que se llevaban al pasajero. Los soldados se negaron, y al retirarse el vehículo dispararon. Mataron a un pasajero, Bonfilio Rubio Villegas. ¿La causa de la violencia y abuso? El detenido, el indígena Fausto Saavedra, portaba unas botas tipo militar que, los agresores dijeron, son de “uso exclusivo del ejército”.


En Chiapas, no sólo usan botas. El “Ejército de Dios” se organiza militarmente, mejor: paramilitarmente. Ya han matado a un indígena y herido a otros. ¿Hay algún castigo? No, pero los afilian a la CNC y el PRI les abre de nuevo los brazos, después de su estancia como hijos pródigos en el PRD. Y todavía algunos creen que “no están dadas las condiciones para el fascismo”.

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